Mamitis, papitis y hermanitis destruyen matrimonios
En el proceso y orden natural de las cosas, los padres son fundamentales para el desarrollo de una persona a lo largo de su vida.
Pero… ¿qué pasa cuando estas relaciones sobrepasan el límite del apoyo moral y los padres intentan dominar cada aspecto en la vida de sus hijos? ¿Cómo se lucha contra una pareja que padece de mamitis o papitis?
Para algunas parejas este tema es algo difícil de manejar y se convierte en la causa de muchos divorcios.
Efectivamente así es. Este tipo de vínculos, más que traer algún tipo de beneficio lo que trae es disputas en el núcleo familiar. Pero, ¿qué es mamitis, papitis y hermanitis?
¿Mamitis, papitis y hermanitis destruyen matrimonios?
Estos términos son los que se emplean coloquialmente cuando una persona no tiene la capacidad de decisión sobre su vida sino que todo lo que ejecuta a diario necesita ser aprobado por su madre, padre o hermanos.
Es un tipo de relación sumamente dañina, ya que anula la independencia y autonomía de la persona y la somete a una relación de apego hacia el otro familiar. Quien a su vez se siente como único responsable vitalicio de la otra persona.
Este vínculo es sumamente autodestructivo y más aún cuando la persona que ha vivido toda su vida sometido a las reglas, opiniones y gustos de otro, decide comenzar una relación fuera del nido e intenta independizarse.
Ya de una vez se sabe que mientras no se elimine la relación de apego la otra relación no podrá fluir, puesto que siempre existirá una lucha de poderes y cada una de las partes se creerá superior a la otra.
En todo caso una persona que sufre de mamitis, papitis o hermanitis refleja que no es fuerte a nivel emocional y esto puede desencadenar otro tipo de comportamientos anómalos.
Desventajas que tienen las personas que sufren de mamitis, papitis y hermanitis
Vamos a mencionar solo algunas de las desventajas que implican este tipo de relaciones:
No son capaces de tomar decisiones por sí mismos, aunque estas sean pequeñas o de poca importancia.
Siempre necesitan de la aprobación de la otra persona y no se sienten capaces de rebatir ninguna de ellas así no les parezca adecuada.
Viven siempre en una posición de víctimas y no pueden tomar responsabilidad de ningún acto realizado.
Buscan que su pareja se parezca a la relación de apego que han tenido y están en constante comparación entre una y otra.
Constantemente reflejan sus inseguridades en su pareja.
Por donde le mires este tipo de afectos cruzan una barrera entre lo que es el apoyo y cariño familiar a la cruel dependencia. Todo esto ocurre cuando en la infancia no se curan los procesos de la forma adecuada y las personas se quedan estancadas en esas etapas.
Es muy común ver este tipo de relaciones hoy en día, pero eso no significa que esté de alguna manera bien o que deba ser aceptado por la pareja.
Todo tiene un límite y en una relación de dos personas no deben entrar ni madres, ni padres ni mucho menos otros familiares. Ambas personas que decidan comenzar una vida en pareja deben tener la suficiente madurez mental y emocionalcomo para entender que la vida al lado de sus padres terminó y es hora de construir una nueva vida con su pareja.
Suena fácil, pero para personas que toda la vida han dependido de alguien, esta nueva pareja supone un riesgo muy grande y en ocasiones no lo pueden soportar. Es entonces cuando empiezan las competencias.
En una relación de pareja es primordial la comunicación y cuando esto no existe es imposible que la relación perdure, cosa que es muy común cuando un tercero emite opiniones en un matrimonio.
Para la madre o el padre en esta situación tampoco es un momento fácil, puesto a que están acostumbrados a intervenir y decidir en todo lo concerniente a su hijo y se creen con tal derecho de inmiscuirse en sus relaciones.
Por otro lado, está la falsa creencia de que la pareja nunca será lo suficientemente bueno o buena para el hijo. Y el hijo a su vez cree que nadie puede reemplazar a su madre o padre. Cosa que es cierta, jamás podrán reemplazarse porque ocupan lugares diferentes.