A B C D … ¿sabes si eres analfabeta emocional?
¿Te ha tocado escuchar que incluso en las empresas ahora buscan más que gente con inteligencia racional o intelectual, a gente con inteligencia emocional? … y es que cuando manejamos adecuadamente las emociones, podemos hacer frente a los retos y dificultades con mayor facilidad.
Por supuesto ambas inteligencias deben ir de la mano y trabajar en equilibrio, de esta manera nuestras posibilidades de crecimiento personal son mayores. De otra manera, el dejar que nuestras pasiones nos dominen -por encima de la comprensión a los demás, de nuestra capacidad de hacer acuerdos, del trabajo en equipo, de la comunicación asertiva, de la tolerancia a frustraciones, etc.- nos lleva a decir o hacer cosas, en cualquier ámbito de la vida, de las cuales nos arrepentimos más tarde.
La clave está en aprender a controlar las emociones, no en reprimirlas o minimizarlas. Es importante que sean congruentes con la circunstancia, es decir, proporcionales a lo que se está viviendo. Aquí está lo complicado, ¿no? Por supuesto que si tu jefe presenta tu proyecto como propio o si tu hija tomó tu abrigo favorito para una fiesta, cuando ya le habías dicho que no era adecuado ni para su edad ni para el evento, y además lo regresó manchado … pues es claro que vas a sentir enojo. Lo importante es cómo, en qué momento, con quién, etc. desahogas ese sentimiento.
Lograr el control de nuestras emociones no es tan sencillo, sin embargo, trabajar en ello es muy importante por el impacto que se tiene en la vida propia y en como resuena en la de los demás. Canalizar la energía emocional hacia fines constructivos nos genera una mejoría en todas nuestras relaciones personales, provoca a la escucha, la valoración, el aprendizaje, la motivación, etc.
¿Te has llegado a preguntar o estás consciente de qué es lo que te provoca enojarte, ponerte triste o feliz, sentir miedo o sorpresa?
Incrementar la autoconciencia nos ayuda a identificar qué estamos realmente sintiendo, es decir, escucharnos, hablarnos desde el sentimiento, no desde la razón, pensar positivo y de manera constructiva. Todo esto en unión, nos ayuda a conocernos a nosotros mismos y a poder ir desarrollando el autocontrol y equilibrio de nuestras emociones.
Tanto la salud psicológica como la física y las relaciones sanas y armoniosas -ya sean familiares, de pareja, de trabajo- son parte de los muchos beneficios y bienestar que otorga ser inteligente emocional.