La incomunicación de la comunicación
-Buenas noches, hija. ¿Cómo estás?
Silencio.
-Dije buenas noches, hija. ¿Cómo estás?
La niña, sin voltear la cabeza, responde con un seco y frío:
-Hola.
Esta escena se vive, con alarmante y creciente frecuencia, en multitud de hogares en nuestro país y en el mundo entero, ante el enojo de los padres. Sin embargo, justo es reconocer que, en gran medida, somos los mismos padres quienes propiciamos este tipo de situaciones.
Las nuevas tecnologías están capturando, literalmente absorbiendo, la atención de los adultos, de los jóvenes y de los niños.
Hace un par de semanas, quien esto escribe se encontraba en una de las salas del aeropuerto de Cancún esperando el aviso de abordar. La primera fila de butacas en la mencionada sala de espera estaba totalmente ocupada por doce personas. De ellas, ¡ONCE! se encontraban inmersas en el mundo de la tecnología con su teléfono celular en las manos. Su atención estaba concentrada en sólo dos cosas lo que presentaba la pantalla del celular y el anuncio de abordar. Nada más les importaba. No podían hacerlo.
Lo cierto es que los instrumentos de la tecnología (teléfonos celulares, tabletas y videojuegos) que, paradójicamente, fueron creados para comunicar, están propiciando la incomunicación.
Como el padre de familia que llega a casa después de un día de trabajo y saluda a su hija, sin recibir la mínima atención, otro tipo de situaciones se dan para demostrar la creciente falta de comunicación entre las familias. Baste mencionar, como ejemplo, la hora de la comida en la que los niños y uno que otro adulto se “entretienen!” jugando o “chateando”. Esas sabrosas pláticas familiares alrededor de la mesa se están perdiendo.
Hoy en día, la tecnología separa a los hijos de sus padres- Muchas madres llegan al extremo de comunicarse con sus hijos, dentro del hogar, por medio de teléfonos celulares. Por ello es importante fomentar las relaciones familiares con comunicación, respeto y confianza. Los padres, con múltiples ocupaciones, no pueden o no quieren dar el tiempo suficiente para la atención de los menores y dan a sus hijos estos aparatos para mantener contacto con ellos y saber dónde están. Así, los niños se “clavan” en sus videojuegos y sus celulares.
No podemos, ni debemos mantener a nuestros hijos alejados de la tecnología, porque ésta es fundamental en el mundo actual, pero si podemos buscar espacios para ver el uso que están haciendo de ella. Podemos buscar espacios para entablar diálogos con ellos, para escucharlos, para saber qué intereses tienen. Tenemos que convivir y pasar gratos momentos con ellos. En pocas palabras: ganarnos su confianza.