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¿Cómo acabar con el imperio de los niños? Guía de reciprocidad en casa.


Elba llegó a la cita con el pediatra, el peso, la estatura y el estado de salud de los dos niños estaba bien. Sin embargo, ella, la madre, le faltaba poco para parecerse a una Chimoltrufia*: tenía ojeras, la lactancia la había dejado con la mitad del pelo, su rostro estaba demacrado y lleno de acné, su peso no era el adecuado; y obviamente su estado de ánimo no era el mejor. Malhumorada y/o llorando casi todo el tiempo, Elba no era ni la sombra de lo que fue antes de tener hijos: “¿Y tú? ¡Acabada!” Afirmó el pediatra, que con gran ojo clínico y experiencia se dio cuenta al instante de lo que estaba sucediendo. Elba rompió en lágrimas (una vez más en ese día) –“Sí, todo a mi alrededor está mal, los únicos que están bien son los niños, pero mi casa, trabajo, economía y relación con mi esposo están fatal”. Y todo esto sucedía en tanto que el par de escuincles intentaban trepar, uno sobre el escritorio del médico y el otro sobre el librero”.

-“Tienes que acabar con el imperio de los niños”. Respondió solemne el galeno. Como si le pusieran pausa a toda la escena, los niños se mantuvieron quietos, Elba dejó el “modo desastre” y sólo se escuchó cómo rebotó el chupón del chico en el suelo. Sorpendida, atenta, y algo incómoda por el comentario, pero aliviada, vio la luz al final del camino: -“¡Si!, Pero ¿cómo lo hago?

“Elba, -respondió el doctor-, no puedes… Más bien no debes, olvidarTE. Entiendo lo significativo que ha sido convertirte en madre, sin embargo, aunque se trata sólo de una etapa, es muy importante que rompas con la inercia de tan sólo estar enfocada en los niños y atiendas a tus necesidades básicas, porque de lo contrario los niños van a aprender que no es importante cuidarse y se van a convertir en unos tiranos egocéntricos con baja autoestima”.

El imperio de los niños es un término que escuché por primera vez de un profesional de la educación haciendo referencia a que los niños gobiernan sobre la vida y decisiones de sus padres y maestros. Esto se presenta generalmente cuando existe una falta de autoridad o liderazgo y los tutores o padres doblan las manos ante sus “necesidades”. El fondo radica en que los padres de esta generación estamos muy influenciados por la mercadotecnia, las falsas exigencias sociales, económicas e incluso profesionales. De igual manera, la circunstancia de vida (familias monoparentales, divididas o trabajos o profesiones sumamente demandantes) orillan a no poder convivir diariamente con nuestros hijos, esto a su vez provoca que tratemos de compensar la ausencia con regalos materiales, desenfocándonos de darnos un trato digno a nosotros como adultos y en consecuencia a ellos como niños.

Los síntomas de que puedes estar viviendo si estás gobernado por el Imperio de tus niños son:

  • Les compras todo lo que piden

  • No hay unidad de mando ni respeto entre ambos cónyuges (cuando uno corrige el otro otorga o corrige delante de los niños)

  • No tienen rutinas ni horarios ni tampoco disciplina

  • Presentan bajo rendimiento escolar

  • Te sientes culpable por no poder estar con ellos

  • Tu círculo cercano se queja constantemente de las faltas de respeto y/o disciplina de tus niños

  • No obedecen ni a la primera, ni a la segunda ni a la tercera y acabas haciéndote de la vista gorda ante su voluntad

  • Cedes ante sus peticiones aunque sepas que no está del todo bien

  • Te muestras laxa o justificas sus faltas en todo momento

  • “Prefieren” pasar toda una tarde jugando videojuegos y/o viendo televisión

  • Tienen más dispositivos móviles que tú (celular, ipads, computadoras, videojuegos).

  • No pueden o no saben disfrutar de cosas simples o cotidianas, como un paseo por el campo, andar en bicicleta o un caramelo

  • Sonríen poco, son demandantes y te hablan como si fueran tus jefes

Este tipo de prácticas desafortunadamente son cada vez más frecuentes, por ello, no es casualidad encontrar que grandes cadenas televisivas hayan desarrollado “Reality’s” sumamente exitosos en donde nanas modernas al más puro estilo de Mary Poppins llegan al rescate de familias en donde el desastre reina.

No te desanimes, nunca es tarde para aplicar estrategias que harán que tu vida tome un curso más armonioso, y ojo: “ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre” ya que tampoco se trata de imponerse, como dice mi madre: “A punta de gritos y sombrerazos”. Ya que si logras “resolver” que las conductas de tus hijos se modifiquen bajo este tenor, lograrás tus objetivos, pero lo que tus niños aprenderán es que papá o mamá es malo y si no obedece será lastimado o maltratado de alguna forma. Ese tipo de conductas de los padres se convierte en autoritarismo que es el finalmente el exceso de autoridad.

Si estás leyendo este artículo y te has identificada ¡felicidades! Has dado ya el primer paso, al igual que lo hizo Elba quien atenta recibió una excelente recomendación de su pediatra y que por supuesto ahora comparto:

Lo primero que hay que tener claro son los siguientes conceptos para posteriormente poder aplicarlos:

1) Estructura

La estructura es el modo en que está construido u organizado un todo; el arreglo o la disposición de sus partes o elementos. La estructura familiar está constituida por los miembros de la familia y la forma en que ésos se organizan, se distribuyen y se relacionan. En la estructura familiar existen roles, jerarquías y funciones. Hay padres y hay hijos. Hay padres, guías y niños, adolescentes y jóvenes en proceso de ser adultos. La estructura familiar constituye el terreno que el niño o niña pisa y que le da pautas para saber qué esperar.

2) Disciplina

Son reglas familiares claras, recompensas y castigos con las que se aprende a manejar, estimular y modificar los comportamientos.

3) Autoridad

La autoridad es la potestad que ejerce una persona sobre otra, es un mando legítimo y cuando este se ejerce con pautas en donde el educando se siente guiado, acompañado y en confianza seguramente lo obedecerá.

Para que tus hijos obedezcan y acepten tu autoridad necesitas:

  • Acuerdos conyugales o de las personas que cuidan a los hijos.

No ponerse de acuerdo ya sea entre los cónyuges o personas que cuidan a los hijos, harán que cada uno ejerza pautas de disciplina diferentes que confundirán a los niños.

  • Poner límites con un sistema de castigos y recompensas claras y consistentes.

  • Elogiar más que criticar que juzgar o criticar.

Los niños que se sienten vistos, elogiados y tomados en cuenta por sus padres o personas que los cuidan, tienden a obedecer más que los niños que se sienten ignorados y criticados o juzgados constantemente.

  • Falta de entendimiento de los adultos

Cuando los adultos están en conflicto y pelean enfrente de los niños, se faltan al respeto, gritan, provoca mucho estrés en los niños y éstas conductas de los padres puede provocar falta de cooperación en los hijos “no están modelando con el ejemplo”.

  • Nunca contradecir a un adulto enfrente de los niños, aunque uno de los dos cónyuges no esté de acuerdo, (al menos que sea una decisión arbitraria que ponga en riesgo o peligro a su hijo) de lo contrario, hacer la aclaración y ponerse de acuerdo fuera del alcance del niño.

La mayoría de los niños no obedecen sólo por darles en la torre a sus padres, no obedecen porque también ellos quieren ejercer su propia autoridad la diferencia es que si los padres la pierden, los niños no tienen la madurez para discriminar lo correcto de lo incorrecto.

En los hogares donde hay acuerdos de los adultos con respecto a la educación, hay reglas claras y consistentes, hay más elogios que críticas y se orienta a los niños a que tienen mucho más recompensas si obedecen, seguramente serán niños que cooperen y confían en sus padres o adultos que los cuidan.

Y la regla de oro: ¡Nunca te desanimes! Educar es un proceso que requiere de tiempo y esfuerzo, pero todo gran resultado ha comenzado dando un pequeño paso. La dirección de un barco no se determina dando un gran giro, sino dando al timón el cambio de tan solo un grado y el destino cambia totalmente. Son las pequeñas cosas las que hacen que tu vida cambie poco a poco. Vale la pena.

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