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Mi hijo adolescente me está volviendo loca

Acostumbramos decir: "Mi hijo adolescente me está volviendo loca". De verdad, ¿te está volviendo loca?

¿Hace cuánto no haces una pausa para analizar y reflexionar cómo está tu vida en todas sus áreas?

Ya te preguntaste:

¿Cómo te sientes contigo misma?

¿Qué tanto atiendes tu salud?

¿Necesitas tiempo para ti?

¿Cómo está tu relación de pareja?

¿Vives una sexualidad plena y satisfactoria?

En el área profesional, ¿te sientes productiva?

¿Qué tanto haces lo que te gusta?

¿Con qué frecuencia ves a tus amistades?

En fin, siéntate un momento, respira y mírate con detenimiento. ¿Realmente es tu hijo o hija responsable de todos tus enojos y frustraciones? No niego que pareciera que les pagan a nuestros hijos por contradecirnos, por repetir conductas inaceptables en casa, por tardar o no cumplir con sus obligaciones; sin embargo la manera en que hacemos frente a los momentos de enfrentamiento con ellos son clave y buen termómetro de cómo estás tú.

Una madre que se siente satisfecha y comprometida primero con su vida personal, entiende que esta etapa no es fácil, pero en principio no es fácil para ellos. Durante la adolescencia se vive una especie de crisis interna mientras se trata de forjar una identidad propia; hay muchos cambios no sólo en el aspecto físico, sino también en lo intelectual, emocional y sicosexual.

No es cosa sencilla ir descubriendo como encajar con estos cambios en el ambiente social, escolar e incluso familiar. No es claro para ellos como comunicarse, son inseguros y ambivalentes.

Por todo esto es importante saber tomar las riendas de la relación padre-hijo, tú eres el adulto, el que debe modelarle conductas adecuadas, darle tu atenta escucha, comprensión y afecto con límites claros y coherentes. Como proceso inconsciente y en búsqueda de su propio “yo”, tienden a separarse de sus padres a través de actos como encerrarse a estar solos en su cuarto, ya no querer salir con ellos, contradecirlos, preferir estar con amigos, etc., sin embargo, en el fondo buscan se les brinde apoyo y mucha comprensión.

Los padres no son amigos de sus hijos, son su ejemplo a seguir, son quienes deben corregirlos y orientarlos hasta que ellos sean capaces de cuidarse por sí mismos. Por doloroso que parezca, entre más “gordo” le caigas a tu hijo, mejor trabajo estás haciendo. Lo estás preparando para la vida; en casa vive problemas a sabiendas que es amado y cuidado, allá a fuera ¡no!, en el mundo real no va a convivir con gente que lo ame y lo proteja, se tiene que ganar un lugar con lo aprendido en casa, a través de buenos modales y valores morales.

Los hijos gritan en silencio se les pongan límites, porque esto les ayuda a saber por dónde sí pueden irse y por dónde no. Sólo recuerda, la mejor combinación es límites consistentes con amor.

Así que la próxima vez que entres en discusión con tu hijo o hija adolescente, respira, escúchalo, no hagas tú lo que no quieres que replique y decide si esta es una batalla que vale la pena pelear o es un tema no tan relevante y en el cual puedes ser más flexible.

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